Cómo escogemos a nuestra pareja desde la Psicología.
En una etapa de la vida llegamos a una edad en que pareciera que debemos seleccionar una pareja, hay a quienes esta tarea les resulta bastante fácil pero hay a quienes les resulta una labor titánica, y es que cuando involucramos la presión social que se ejerce sobre cualquier individuo en la creencia que forzosamente se tiene que estar acompañado para poder ser "feliz" la ecuación se convierte en un gran problema, la mayoría de nosotros busca pareja de por vida o al menos una estable por un lapso de tiempo considerable. Pero, ¿cómo elegimos? Después de todo, conocemos a cientos, incluso miles, de personas en el transcurrir de nuestra vida diaria. ¿Qué hace que dos personas se elijan entre una gran cantidad...o bueno, algunos candidatos disponibles? La psicología ha tratado de responder esta pregunta durante mucho tiempo, y ha tenido un considerable éxito.
Dos teorías principales han guiado el pensamiento científico sobre el tema. Primero está la teoría de la evolución, que afirma que las tendencias de comportamiento, las características físicas y las características de la personalidad que favorecen las posibilidades de sobrevivir y reproducirse se vuelven deseables para otras personas. Además, las diferencias biológicas y anatómicas entre organismos dictarán diferentes soluciones óptimas para el mismo problema. Por ejemplo, si existen dos animales, uno con facilidad para correr y el otro con fuerza para pelear y ambos se encuentran con un depredador hambriento, ¿cómo lidiarán con la amenaza de supervivencia? Lo más probable es que el primer animal salga corriendo y el segundo confronte y pelee para defenderse.
Asimismo, el enfoque evolutivo predice que los contrastes biológicos y anatómicos entre hombres y mujeres darán lugar a diferentes preferencias para la selección de pareja. Por ejemplo, la biología humana dicta que las mujeres necesitan ayuda y protección durante el embarazo y que su fertilidad está limitada por el tiempo. Por lo tanto, tiene sentido que los hombres que pueden brindar protección sean considerados atractivos para las mujeres y que las mujeres jóvenes, y por lo tanto fértiles, sean atractivas para los hombres. De hecho, los estudios muestran que cuando se trata de relaciones a largo plazo, las mujeres en general enfatizan la importancia de los parámetros de estatus, mientras que los hombres encuentran a las jóvenes muy atractivas.

Por otro lado, la "teoría del rol social", desarrollada por la psicóloga estadounidense Alice Eagly, sostiene que los procesos sociales, más que biológicos, dictan nuestras elecciones sociales. Según este argumento, las reglas de selección de pareja están dictadas por los roles que las mujeres y los hombres ocupan en la sociedad. Por lo tanto, se espera que las preferencias de las personas en la búsqueda de pareja cambien a medida que cambian los roles sociales y las normas. Por ejemplo, las mujeres se sienten atraídas por hombres con poder y dinero porque la sociedad limita su propia capacidad para ganar poder y dinero. Si mañana la mayoría de las posiciones de poder y dinero van a las mujeres, entonces el estatus y la riqueza de un hombre importarán mucho menos a las mujeres, mientras que la belleza, la juventud y la resistencia masculinas podrían llegar a importar más.
De hecho, los estudios de los últimos 50 años muestran algunos cambios fundamentales en las preferencias de pareja entre hombres y mujeres. Por ejemplo, dado que mantener una vida cómoda con un solo salario se ha vuelto difícil en los países occidentales, y dado que la mayoría de las mujeres en esos países trabajan y obtienen ingresos, tanto hombres como mujeres actualmente ponen más énfasis que antes en la situación económica y social de la otra persona al elegir un compañero de vida. Las tareas del hogar, como cocinar y limpiar, por otro lado, ya no se consideran criterios importantes para seleccionar una pareja en ambos sexos. Estos cambios indican que la cultura ha sufrido un impacto importante en las cualidades que consideramos atractivas.
Por otro lado, los estudios indican que las mujeres son más selectivas y exigentes que los hombres a la hora de elegir pareja. Una razón es que las mujeres tienen más que perder si toman una mala decisión. La poeta Margaret Atwood dijo una vez: "Los hombres temen que las mujeres se rían de ellos. Las mujeres temen que los hombres las maten". Las mujeres son más vulnerables, por lo que deben ser más cautelosas. Otra razón de la selectividad femenina es que traer una descendencia al mundo es un asunto mucho más exigente y peligroso para una mujer que para un hombre. Quien va a invertir más y a asumir un mayor riesgo, necesariamente examina la inversión con más detenimiento.
Me parece oportuno destacar otra variable sobre el tema y es que los expertos dicen que muchos hombres realizan su elección casándose con mujeres con características similares a las de sus madres, y muchas mujeres se casan con hombres muy parecidos a sus padres. ¿Por qué? Esto tiene que ver con la comodidad y la familiaridad. La psicoterapeuta Elayne Savage dice que, te guste o no, una vez que comienzas a tener citas, inconscientemente buscas a alguien similar. Por ejemplo, las mujeres que se sintieron abandonadas por sus padres son más propensas a elegir maridos emocionalmente inaccesibles, y los hombres criados por madres muy críticas sienten atracción por esposas que los presionan e incomodan.
En conclusión, comprendemos bastante bien los cálculos básicos que la gente usa para identificar un grupo de pretendientes potenciales entre los que elegir pareja. Por el contrario, todavía no hay una respuesta científica a la pregunta de la "elección final": ¿cómo elegimos solo uno entre un grupo de pretendientes atractivos?
El ganador, la elección final entre todos los pretendientes dignos, se decide mediante un proceso interno subjetivo que es complejo y variable y no necesariamente obedece a los dictados caprichosos de la razón, los mandatos evolutivos, las presiones sociales, la carga cultural o incluso nuestra propia voluntad, planes o intenciones conscientes. Al fin y al cabo, como decía el filósofo Blaise Pascal, el corazón tiene motivos que la razón no comprende.
By Federico Schuster