Día de muertos: Tradición mexicana o duelos no trascendidos, una mirada desde la psicología.
Llegan el 1 y 2 de noviembre y en México no son solo días comunes sino dos días mágicos y llenos de tradición, por todas partes se ven caminos bordeados de cempasúchil, altares, veladoras, aserrín, copal, incienso, papel picado, pan de muerto y toda clase de ofrendas que nos conectarán con las personas que han muerto y que fueron significativas en nuestra vida.
Esas ofrendas y altares cumplirán, según dicta la tradición, con un fin específico: hacer que estas dos noches los muertos, a manera de espíritus o almas, retornen a la vida común y disfruten del festín que preparamos para ellos, si osáramos no hacerlo entonces puede ser que esos muertos, quizás no recuerden completamente el camino de regreso a casa y penen durante un año en una especie de limbo y...¿quién querría eso para el espíritu o el alma de un ser que en vida fue tan querido o amado por nosotros?
Haciendo un comparativo con un ritual de duelo en el día más sagrado del año nuevo judío, Yom Kippur, hay una parte especial del servicio, llamada yahrzeit, durante el yahrzeit, en silencio, con solemnidad y, por lo general, con mucha tristeza, los feligreses recuerdan a aquellos que han perdido, extrañan y honran su recuerdo, sí, hay un deseo de traer la esencia de los muertos vívidamente a la mente y al corazón, pero el estado de ánimo general es de solemnidad y dolor.
En México nos duele y sabemos que ese dolor es muy particular y diferente al de otras culturas, es como si gozáramos sufriendo, escuchamos canciones que nos recuerdan a nuestros difuntos, observamos fotos de ellos y hasta las colocamos en la cumbre de los altares, contamos anécdotas que rememoran sus andanzas en este mundo, llegamos a un grado irreverente en donde nos reímos de la muerte, no sé si a manera de celebración, con sarcasmo o por resignación.

La psicología en esta gran festividad juega un papel muy importante, dentro de la idiosincrasia mexicana nos han inculcado que llorar es de débiles, que el hablar con fantasmas es de locos y que no superar los problemas o duelos es de tercos, hablar constantemente de alguien querido que murió puede convertirse en un tema que aburra a la gente allegada a la persona que tuvo una pérdida y que al no tener las herramientas emocionales o de personalidad para afrontar o trabajar su duelo, trate de hacerlo de esa manera sin ser consciente de que así provoca la evitación de la gente cercana que huye de su compañía porque sabe o supone, que cada vez que se esté cerca de ella el tema será el mismo, mencionado lo anterior se encuentra en estos dos días de muertos la oportunidad para poder llorar, hablar de espíritus, almas, fantasmas o situaciones paranormales y referir cuantas veces queramos a nuestras personas fallecidas sin miedo a ser juzgados, es decir, el día de muertos en México nos da la licencia necesaria para poder romper con las reglas sociales o de comportamiento establecidas, una vez cada año.
Según algunos autores se considera que un duelo es patológico después de un año de la pérdida o fallecimiento de la persona sin que el "doliente" o afectado pueda manifestar sus emociones de manera tranquila o sin sufrimiento ante la misma, o muestre disfuncionalidad debido a esta.
Y no estamos hablado de olvidar, existen muchas personas que no serán olvidadas nunca por que formaron parte importante de nuestra vida o el lapso compartido con ellas fue largo, olvidar en esos casos sería ilógico, incongruente e imposible, e incitar a alguien a que lo haga pudiera llegar a hacer cruel porque no podrá hacerlo.
En un duelo se debe alentar al paciente a superar a la persona que se ha ido, a DESGASTAR EMOCIONES, esto es lo más importante, al realizar acciones específicas que nos ayudan a trabajar y transformar el dolor, tristeza, coraje o negación que estamos experimentando, ayudaremos a nuestra salud mental a mantenerse equilibrada reconociendo que esa persona ya no está más pero que valió la pena compartir con ella un lapso largo o corto de nuestra vida.
El ser humano es muy de "rituales" todas las religiones los incluyen, bautizos, bodas, yahrzeit, año nuevo, Benei Mitzvá, Salah, etc. todos contemplan acciones litúrgicas que regulan algún precepto; también están los rituales no religiosos que se apegan más al azar o a la superstición van desde el uso de determinado color de calzón para obtener un supuesto beneficio, hasta el cortarse el cabello para "cerrar ciclos". Desde la ciencia no hay nada que confirme lo anterior pero el ser humano se siente en menos riesgo o más confiado después de realizar estas prácticas y es en este nicho en donde entramos al Día de Muertos en México, al ir al panteón, armar un altar y esperar a que los muertos acudan a comer lo que preparamos para ellos, psicológicamente estamos cumpliendo con: acallar culpas y remordimientos, ser parte de un ritual, poder expresar libremente emociones sin ser juzgados, desgastar emociones, recordar a los seres queridos que ya no están y de paso estar de fiesta dos noches.
Como conclusión podemos resaltar que vivir las tradiciones de nuestro país es enriquecedor siempre y cuando observemos hacerlo de una manera sana, es innecesario ver que estas fechas se acercan y nos estamos programando para sufrirlas en lugar de afrontar y trabajar en nuestros duelos, es importante acudir con un profesional, tanatólogo, psicólogo o psiquiatra (si existen cuadros depresivos graves) ante la pérdida de un ser querido, no está bien ni es normal llevar más de un año sufriendo por alguien querido que partió, no está bien que ya nadie quiera convivir contigo porque siempre terminas llorando y hablando de tu pérdida, utiliza esa necesidad para iniciar terapia y así superar tu duelo.
Vive tus festividades, honra a tus muertos pero sobre todo recuerda: ¡¡¡Sonríe y sé feliz!!!
A mis padres Marycruz y Carlos
By Federico Schuster