El alta de la terapia psicológica es algo bueno, ¿verdad?

26.08.2021

Cuando un psicoterapeuta se sienta a escribir un reporte de progreso, debe evaluar el avance de su paciente con respecto a un conjunto de objetivos que se establecieron cuando comenzaron el proceso psicoterapéutico. En este documento que puede enviarse al médico, a instancias legales/jurídicas, a instituciones educativas, a los padres y/o a menudo, a la compañía de seguros, el terapeuta debe informar si el paciente logró sus objetivos, si tuvo un progreso considerable hacia esos objetivos y en qué áreas o tal vez pretende nada más explicar en su jerga terapéutica por qué parece que nada cambió o ha cambiado.

Digamos que un comprometido paciente cumplió con sus objetivos a corto plazo lo que deberá ser celebrado y reconocido, pero... ¿Eso significa que debería avanzar en un nuevo desafío? ¿O el paciente ha cumplido con las expectativas apropiadas al motivo de consulta manifestado en un principio, creando herramientas que le permitan lidiar y superar posibles manifestaciones o secuelas futuras?

En ese momento el terapeuta tendrá que sopesar cuidadosamente toda la información que recabó y analizó durante el proceso terapéutico ya que este será el punto en el que tendrá que decidir si los servicios de psicoterapia continuarán o no.

Primero establezcamos el escenario en el que el consultante ha cumplido sus metas y demuestra cambios significativos o mejoría visible en lo conductual, emocional y/o funcional, siendo evidentes las habilidades que ha creado para la incorporación en su vida diaria. En esta situación, la intervención especializada ya no estaría justificada.

Este sería el mejor escenario ¿verdad? El paciente ya no necesita psicoterapia, ya no muestra dolor, sufrimiento, vacío, malestar, incomodidad, incomprensión, confusión, disfuncionalidad o ausencia de salud mental...bueno... eso depende de a quién le preguntemos.

Y es que, no siempre existe un compromiso genuino y duradero en todos los pacientes o en su círculo de apoyo (familia o personas cercanas que ayudan de manera activa, directa o indirectamente el paciente en su proceso) muchas veces solo hay una lógica efervescencia cuando se inicia el tratamiento sabiendo que el consultante está en una crisis o muy próximo a haber vivido una, siendo muy normal que esta vivacidad vaya desinflándose con el pasar del tiempo, siendo el abandono de terapia una constante en el trabajo de la psicología clínica.


Es importante recalcar que en un proceso psicoterapéutico el trabajo más importante es el del paciente o consultante, recordemos que el psicoterapeuta no estará ahí para dar consejos, el trabajo del profesional de la salud mental es de guía, acompañamiento y contención, debiendo tomar como base la evidencia y la ciencia, rigiéndose siempre por el código ético propio de la profesión.

En el otro extremo observamos muchas veces una resistencia a poner fin a los servicios psicoterapéuticos lo que en algunas situaciones pudiera parecer inesperado pero ocurre más de lo que se cree. Y aunque podríamos tomarnos un segundo egoísta para disfrutar de la gloria del valor percibido de nuestros servicios por parte de los pacientes, porque no podemos negar que es bueno sentirse apreciado de vez en cuando, la resolución de este problema puede resultar complicada.

Viéndolo pragmáticamente un terapeuta es un recurso, una fuente de consuelo, un lugar para "desahogarse" que brinda tranquilidad y orientación, partiendo de esta premisa, admitamos entonces que puede ser una relación difícil de dejar ir, incluso cuando parece que las cosas van muy bien.

Supongo que también deberíamos agregar el lado mucho más decepcionante del alta, no cuando se cumplen las metas, sino cuando el paciente se ha estancado en su progreso, es decir, que no se observen signos de cambio, aún cuando terapeuta y paciente han probado todas las vías, todos los marcos de referencia, todas las estrategias adaptativas y compensatorias, todos los trucos bajo la manga, incluso muchas veces se ha cambiado de terapeuta, se ha cambiado el tipo de tratamiento, paciente y profesional han intentado todo en su repertorio y no hay resultados satisfactorios, en este triste escenario el terapeuta tendrá que darse cuenta de que en realidad ya no está brindando una intervención eficiente teniendo que derivarlo o brindarle estrategias multidisciplinarias en la búsqueda de su mejoría en cuyo caso también existiría un alta con este terapeuta en particular.

Sin embargo, ahí es donde entra el razonamiento clínico y el juicio del terapeuta. Dentro del trabajo está hacer evaluaciones que determinan la necesidad de servicios continuos. Y si se recomienda el alta, eso no querrá decir que el paciente nunca pueda regresar.

Para concluir digamos que el término de un tratamiento psicoterapéutico o alta de un paciente, es un tema complicado y, como muchos de nuestros trabajos, no es tan sencillo como nos gustaría que fuera. El psicoterapeuta debe asegurarse de que no se está "apropiando" indebidamente del servicio, al final, es importante asegurarnos de que los servicios psicoterapéuticos brinden una intervención profesional, calificada adecuada, efectiva y ética para el bienestar de todos los pacientes o consultantes.

By Federico Schuster