Viajar: ¿placer, escape o adicción?

30.12.2020

Una de las afectaciones más significativas en esta pandemia ha sido el no poder viajar o al menos no poder hacerlo con la constancia y libertad que se hacía antes, el sector turístico mundial y mexicano han padecido las vacas más flacas más bien raquíticas, de toda su historia, hoteles cerrados a diez meses de anunciada la emergencia sanitaria, miles de trabajadores de la gloriosa Industria sin chimeneas se quedaron sin empleo y los que lo mantuvieron fueron diezmados hasta con el 50% de sus percepciones, así de triste la situación para turistas y turistólogos, aquellos que aman servir y aquellos que disfrutan vivir experiencias nuevas, conocer, sorprenderse, regocijarse con otras culturas, con otras formas de vivir, con lugares que pensaríamos estaban ahí esperando para recibirnos y retratar una selfie mental que permanecerá en nuestros recuerdos para toda la vida.

Y si de viajar se trata, me gustaría mencionar en este blog situaciones que han llamado mi atención, desde el aspecto psicológico y que cada vez son más comunes en viajeros / usuarios de redes sociales.

Me atrevería a asegurar que todos tenemos amigos, familiares, conocidos o contactos que gustan de acumular viajes, la primera opinión o sentimiento que pudieran provocar en nosotros sería pensar "gente afortunada" que tiene la posibilidad de ir conociendo lugares que la mayoría podríamos tener vedados por razones económicas, familiares u otras responsabilidades que nos impedirían viajar a ese ritmo y nivel, podría incluso aparecer esa envidia sana (tratando de minimizar lo insano per se de la envidia) también podrían inspirarnos a conocer los mismos lugares al ver la diversión, alegría y desenfado de sus publicaciones de las que pensemos ¡que felices son! ¡que aventureros! lo que muchas veces está muy alejado de la realidad.

Durante mucho tiempo he considerado que cuando alguien realmente disfruta de verdad un momento, un instante, un paisaje, un lugar, una experiencia o la grata compañía de alguien, de lo último que se acuerda es de utilizar su celular o cámara para establecer un archivo, al menos no en la espontaneidad de un viaje que en esa misma espontaneidad radica su belleza, y es que nadie te puede contar a través de una imagen como sabe un café de olla, una Tlayuda, nadie puede transmitirte con exactitud cómo huele el panteón un día de muertos en Mixquic, no hay manera de que una imagen plasme la sensación de la brisa de mar resultado de una ballena sumergiéndose después de salir para ser admirada en Bahía de Banderas.

Está comprobado que viajar tiene muchas implicaciones que psicológicamente benefician al ser humano, reducción de estrés y ansiedad, potenciación de la capacidad para resolver problemas, aumento de habilidades de comunicación y sociales, apertura de mente, ampliación de horizontes, favorecimiento del autodescubrimiento, del autoconocimiento, viajar involucra factores que crean felicidad, suele eliminar o disminuir miedos e inseguridades.

En este abanico de ventajas hay personas que se convierten en "adictos a viajar" ya en este punto no se preocupan por el destino sino por la necesidad de seguir moviéndose, estas personas suelen sentirse mejor en continuo viaje con tal de alejarse de sus vidas, problemas, obligaciones y realidades cotidianas.

"A quien me pregunta la razón de mis viajes le respondo que sé bien de que huyo pero ignoro lo que busco" 

 -Michel de Montaigne-

El filósofo Montaigne sostenía que viajar se convertía en una suerte de escape, una manera de huir de la realidad, de la cotidianidad, de las situaciones personales adversas, familiares o laborales.

Posiblemente estamos en la era en la que el ser humano volverá a ser nómada, generaciones como la millennial y generación Z o posmilénica, han manifestado como una de sus principales prioridades el viajar, de cualquier forma, modo y con cualquier presupuesto.

La RAE define a la dromomanía como "la inclinación excesiva u obsesión patológica por trasladarse de un lugar a otro" el dromómano experimenta una enorme sensación de satisfacción como resultado del "shot" de dopamina que se segrega cuando vive cada momento de su viaje, momentos como el seleccionar e investigar su destino, comprar su boleto de avión, planear el viaje en carretera, bucear, acampar, conocer el hotel o el hospedaje y muchos más le generan deleite y si recordamos que la dopamina es el neurotransmisor relacionado al placer entenderemos el por qué viajar podría llegar a tener implicaciones adictivas.

Caemos en cuenta entonces que desde el "viajero adicto" hasta los "viajeros competitivos" aquellos cuyo lema es "Yo más y a más lugares", esos que coleccionan destinos con el frenesí de la última misión en la vida y que seguramente también has visto en tus redes sociales y si no los has visto posiblemente seas uno de ellos, nos demuestran que el viajar puede involucrar situaciones psicológicas patológicas.

La palabra 'wanderlust' ha venido a formar parte de nuestro vocabulario común, wanderlust tiene como origen la lengua germana en donde Wandern quiere decir "vagar" y lust "pasión" o lo que es lo mismo: pasión por viajar, la hemos leído en publicaciones de viajeros y turistas en redes sociales e incluso en tatuajes, pero el verdadero significado podría estar en nuestra cabeza ya que algunos investigadores afirman que existe un gen Wanderlust producto del gen DRD4 que podría estar vinculado a los niveles de dopamina en nuestro cerebro; mientras que otros especialistas optan por un origen psicológico.

Y es que estos vagabundos compulsivos están llenando o vaciando sus vidas en una competencia por ocupar un puesto en el pódium de los más viajados de las redes sociales.

En conclusión, pareciera que el viajar podría llevar más carga psicológica de lo que creemos, grandes beneficios o placebos para salir de manera momentánea de nuestra monotonía, era de suponerse lo adictivo del viajar e incluso podría asegurar que se vive un duelo o una especie de resaca después de que has concluido un viaje memorable, esa tristeza, nostalgia y hasta ansiedad que surge cuando estás disfrutando tanto la experiencia que te duele ver como transcurren los días tan rápido y no quieres que acaben las vacaciones o el fin de semana, decía mi madre que el domingo es un día triste porque en muchas ocasiones es el día en que acaba un viaje o te tienes que despedir de la familia o de los amigos cuando vinieron o fuiste a visitarlos.

Viajemos pues, pero asumamos también nuestra vida real, hagamos que esa cotidianidad no sea monótona, convirtamos cada día en un viaje, experimentemos cosas nuevas, sorprendámonos, descubramos lugares cercanos a nuestra casa o trabajo, caminemos viendo hacia arriba más que a nuestros teléfonos celulares y conozcamos gente que enriquezca nuestros días para que viajar siga siendo un placer y no una necesidad.


By Federico Schuster