Mamá, papá ya sé que quiero ser de grande: youtuber, instagramer, influencer, tik toker o gamer.
Remontándome en el tiempo recordaba cuando era niño, y sí, aunque ahora mi cabello es escaso y luce algunas canas, recuerdo todavía cuando nos preguntaban en la escuela qué queríamos ser cuando fuéramos grandes; yo respondía que banquero, influenciado por mi padre y lo maravillosa que me parecía su actividad cuando iba a su trabajo, otro compañero respondía que ingeniero, una amiguita gritaba emocionada ¡azafata en un avión! (lo que ahora conocemos como sobrecargo) una más decía muy segura doctora y así cada uno teníamos muy claro a nuestros 8 años, que seríamos el futuro prometedor de nuestro país, que digo del país, ¡Del mundo!
Pasados los años algunos optamos por otras actividades, el presente, llamado futuro en aquel entonces, nos agarró muy deprisa, contribuimos al cambio del país y del mundo a nuestra manera y con nuestras posibilidades.
Esa realidad cambió, se desvirtuó, evolucionó o quizás nada más mutaron los medios y canales por los cuales ahora los niños y jóvenes quieren cambiar al mundo creando, no es raro preguntar a un joven o niño ¿qué quieres ser cuando seas grande? Y que la respuesta sea "youtuber, instagramer, influencer, tik toker o gamer".
Posiblemente todo tiene su raíz en esa necesidad del ser humano a ser aceptado y es que ya lo expresaba René Spitz cuando usaba el término "depresión anaclítica" que refería al cuadro depresivo que presentan los infantes durante los primeros meses de vida debido a la separación prolongada de sus madres y por ende la falta de cuidados emocionales derivados de esta situación. Más grandes seguimos demandando ese cuidado emocional y atención no solo de nuestras madres sino de todos aquellos a los que podamos llegar y gracias a las redes sociales hasta donde podamos llegar.
En la adolescencia existen dos prioridades que destacan en la mente de los jóvenes, la primera: buscar experiencias fuera de los espacios familiares y la segunda: la búsqueda de aceptación por cualquier medio y lamentablemente, muchas veces, a muy alto precio.
Fama, éxito y fortuna son algunos de los tesoros maravillosos que prometen hoy en día las redes sociales para quienes deciden dedicarse a mostrar su vida a través de una GoPro o la cámara de un teléfono celular que dicho sea de paso actualmente sirven mucho más para otras cosas que como teléfonos.
Los niños y adolescentes están muy expuestos en la red a figuras que han alcanzado riqueza, seguidores y exposición, y es que ¿qué más podrían desear? Si se dice así, podría sonar muy sencillo, pero ¿qué hay de trasfondo? Las personas felices que vemos en un video o en una fotografía viajando, comiendo, divirtiéndose, jugándole bromas a otras personas, modificando autos, cocinando, jugando videojuegos, narrando historias de terror o teorías conspiratorias, no son en realidad como se muestran.
¿Cuántas horas pasan los niños y jóvenes tras una pantalla usando alguna red social? Contestar esa pregunta muchas veces no nos deja bien parados como padres y menos en un confinamiento originado por una pandemia, entonces desmenucemos el platillo y vayamos ingrediente por ingrediente, tiempo tras un pantalla + tiempo expuestos a figuras "exitosas, famosas y ricas"+ estilos de vida glamurosos y despilfarradores + la simplicidad aparente para llegar a esa vida y + la inmediatez de poder lograrlo ¡Vaya ilusión! Difícil no desearlo.
Y es que a decir de muchos de estos personajes no ha sido, ni es, tan fácil poder llegar al nivel que han llegado o en el que están en este momento, muchos hablan de trabajo arduo para mantenerse en el gusto de sus consumidores, los tiempos de grabación, edición, búsqueda de contenidos, acatamiento de contratos con los medios en los que aparecen o con patrocinadores y el cumplimiento social con sus seguidores o fanáticos hace que ya no parezca tan emocionante, nos sorprendería cuántos de ellos han referido acudir o haber acudido habitualmente a psicoterapia como resultado de desórdenes emocionales ocasionados por su actividad.
¿No será igual de complejo acreditar una profesión u oficio y ser exitoso en este? ¿El factor "fama" es el que realmente importa a los niños y adolescentes? Posiblemente la clave esté en este segundo elemento, la fama. Lo vemos y vivimos en carne propia cuando escribimos un estado o tweet, subimos una foto o compartimos un vídeo y recibimos las mieles del éxito a manera de "likes", según algunas investigaciones, la dopamina estaría ligada a esta experiencia no solo de recibir sino de dar "likes" a publicaciones que nos gustan, recordemos que la dopamina es un neurotransmisor asociado al placer y la felicidad.
Para todas las personas que viven de su exposición en las redes sociales sería muy fácil pensar que no son influencia positiva o negativa para niños y adolescente y que por eso podrían tener un comportamiento errático, extravagante o falto de principios éticos o morales, con todo lo subjetivo que lo anterior conlleva, y están en lo cierto, mientras las regulaciones legales no determinen los límites del actuar en estos espacios, viviremos con la lógica obligación de censurar todo aquello que consideremos no bueno, no digno o no apto para los ojos y mentes de nuestros pequeños; lo que sí podríamos exigirles, a cambio de nuestros "follows, likes o activación de campanita" que tanto nos solicitan, serían contenidos de calidad que aporten actividades aspiracionales o de sana distracción para su diversión.
Reconociendo esta realidad, buena o mala, lo que deberíamos hacer para cambiar este auge en la promoción de "estrellas cibernéticas" podría ser limitar el uso de las redes sociales a nuestros hijos, supervisar lo que hacen mientras navegan en la red, buscar actividades lúdicas, de estudio y de investigación menos digitales, pero sobre todo escuchar qué es lo que quieren nuestros hijos, dediquémosles tiempo de calidad en donde podamos saber qué les interesa, qué les emociona y qué quieren ser cuando sean grandes.
By Federico Schuster